En
su obra “Dioses, tumbas y sabios” C. W. Ceram nos narra su sentimiento hacía la
novela histórica de la verdad de cuando escribe:
“La
ciencia arqueológica es rica en hazañas donde se emparejan un gran espíritu de
aventura y la paciencia de un estudio improbó; es una gran empresa romántica
realizada con gran modestia espiritual, en la cual nos hundimos en la
profundidad de todas las épocas y recorremos toda la amplitud de la Tierra… Es
increíble que hasta la fecha no se hayan hecho más que tres o cuatro intentos
de asociar el apasionamiento ambiente de la aventura con las excavaciones que
nos han conducido a la vida de los tiempos pasados… extraño, porque realmente
no se concibe aventura más excitante que ésta, siempre que consideremos como
una armoniosa mezcla de espíritu y acción.”
“La
‘novela de la arqueología’ es novela en cuanto narra vidas, sucesos remotísimos
que no se hallan en contradicción, ni mucho menos, con la verdad; que fueron
realidad un día y que surgen a la actualidad diaria en la apasionante aventura
de la búsqueda de siglos pretéritos en su sentido más estricto: lo que aquí se
cuenta no son hechos adornados por la fantasía del autor, sino sucesos
rigurosamente históricos que ha veces pueden parecer fantásticos.”
“…
(el) creador del género literario en cuya línea se coloca… éste (tema). Que yo
sepa, fue el famoso médico y escritor americano Paul de Kruif quien emprendió
por vez primera la tarea de presentar la aventura científica de tal modo que
pudiera leerse con ese apasionamiento que en nuestro siglo solo suscitan las
novelas policíacas. De Kruif descubrió, en el año 1927, que el proceso de la
bacteriología, bien presentado y ordenado justamente, contiene elementos de
gran capacidad novelesca… descubrió también que incluso los problemas
científicos más complicados pueden presentarse de un modo sencillo y
comprensible si se los describe como procesos de trabajo… conduciendo al lector
exactamente por el mismo camino que recorrió el sabio investigador desde el momento
en que tuvo la primera inspiración hasta que alcanzó el resultado apetecido.
Vio… que todos los rodeos, encrucijadas y callejones sin salida en que el
científico se encontró por la humana limitación… aparecen impregnados de ese
dinamismo, de ese dramatismo básico de toda narración novelesca que es capaz de
despertar una tensión inmensa… conteniendo sistemáticamente todo el programa de
un nuevo género literario: la novela de los hechos.”
“…
es muy natural que esto lo hicieran, generalmente, escritores no científicos,
profanos en la materia. El fundamento de una crítica que… puede hacerse me
parece este: ¿En qué proporción aparece en tales libros el elemento literario y
el científico? ¿En qué medida predomina el hecho real o el novelesco? A mi me
parece que los mejores libros de esta clase son aquellos que alcanzan su valor
de novela sin necesidad de desvirtuar los hechos reales y que… siempre se
supedita a ellos. (Debemos de intentar) colocar (la obra) dentro de esa
categoría… servir así a todo lector que quiera ‘andar seguro’ por el ámbito de
esta ciencia apasionante, así como aquel que desee utilizar la obra como manual
de consulta.”
“…
yo creo que el principio según el cual el ‘hecho’ debe prevalecer siempre sobre
la anécdota… ser útil con (la obra) a todos los que se interesan por la
(historia), suministrándoles datos exactos. Por eso no (debemos de tener)
reparo en interrumpir el relato con fechas y resúmenes, y (debemos de)
completar el libro con biografía, mapas, tablas cronológicas y un índice de
materias”
Pág.
13 - 16
Ceram C. W. Dioses, tumbas y
sabios. Traducción: Manuel Tamayo. Introducción del autor. Ediciones Orbis S.A.
Barcelona, España 1985 Biblioteca de historia. Pág. 416
©
Humberto Miguel Jiménez 2009-2013
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