Fotografía y Pintura Digital

jueves, 26 de septiembre de 2013

La novela de los Hechos

         En su obra “Dioses, tumbas y sabios” C. W. Ceram nos narra su sentimiento hacía la novela histórica  de la verdad de cuando escribe:
         “La ciencia arqueológica es rica en hazañas donde se emparejan un gran espíritu de aventura y la paciencia de un estudio improbó; es una gran empresa romántica realizada con gran modestia espiritual, en la cual nos hundimos en la profundidad de todas las épocas y recorremos toda la amplitud de la Tierra… Es increíble que hasta la fecha no se hayan hecho más que tres o cuatro intentos de asociar el apasionamiento ambiente de la aventura con las excavaciones que nos han conducido a la vida de los tiempos pasados… extraño, porque realmente no se concibe aventura más excitante que ésta, siempre que consideremos como una armoniosa mezcla de espíritu y acción.”
         “La ‘novela de la arqueología’ es novela en cuanto narra vidas, sucesos remotísimos que no se hallan en contradicción, ni mucho menos, con la verdad; que fueron realidad un día y que surgen a la actualidad diaria en la apasionante aventura de la búsqueda de siglos pretéritos en su sentido más estricto: lo que aquí se cuenta no son hechos adornados por la fantasía del autor, sino sucesos rigurosamente históricos que ha veces pueden parecer fantásticos.”
         “… (el) creador del género literario en cuya línea se coloca… éste (tema). Que yo sepa, fue el famoso médico y escritor americano Paul de Kruif quien emprendió por vez primera la tarea de presentar la aventura científica de tal modo que pudiera leerse con ese apasionamiento que en nuestro siglo solo suscitan las novelas policíacas. De Kruif descubrió, en el año 1927, que el proceso de la bacteriología, bien presentado y ordenado justamente, contiene elementos de gran capacidad novelesca… descubrió también que incluso los problemas científicos más complicados pueden presentarse de un modo sencillo y comprensible si se los describe como procesos de trabajo… conduciendo al lector exactamente por el mismo camino que recorrió el sabio investigador desde el momento en que tuvo la primera inspiración hasta que alcanzó el resultado apetecido. Vio… que todos los rodeos, encrucijadas y callejones sin salida en que el científico se encontró por la humana limitación… aparecen impregnados de ese dinamismo, de ese dramatismo básico de toda narración novelesca que es capaz de despertar una tensión inmensa… conteniendo sistemáticamente todo el programa de un nuevo género literario: la novela de los hechos.”
         “… es muy natural que esto lo hicieran, generalmente, escritores no científicos, profanos en la materia. El fundamento de una crítica que… puede hacerse me parece este: ¿En qué proporción aparece en tales libros el elemento literario y el científico? ¿En qué medida predomina el hecho real o el novelesco? A mi me parece que los mejores libros de esta clase son aquellos que alcanzan su valor de novela sin necesidad de desvirtuar los hechos reales y que… siempre se supedita a ellos. (Debemos de intentar) colocar (la obra) dentro de esa categoría… servir así a todo lector que quiera ‘andar seguro’ por el ámbito de esta ciencia apasionante, así como aquel que desee utilizar la obra como manual de consulta.”
         “… yo creo que el principio según el cual el ‘hecho’ debe prevalecer siempre sobre la anécdota… ser útil con (la obra) a todos los que se interesan por la (historia), suministrándoles datos exactos. Por eso no (debemos de tener) reparo en interrumpir el relato con fechas y resúmenes, y (debemos de) completar el libro con biografía, mapas, tablas cronológicas y un índice de materias”
                                                                           Pág. 13 - 16
Ceram C. W. Dioses, tumbas y sabios. Traducción: Manuel Tamayo. Introducción del autor. Ediciones Orbis S.A. Barcelona, España 1985 Biblioteca de historia. Pág. 416

© Humberto Miguel Jiménez 2009-2013


miércoles, 26 de junio de 2013

Dos poemas



Al final de la última curva del camino
que corre en medio de la selva, entre orquídeas y árboles,
vive el jaguar, guardián de la pirámide y del jaguar de jade.
                                                                           19 mayo 2013

           
Cada colibrí
Es un guerrero mexica caído en combate.
Y acompaña al Sol en su viaje
desde el amanecer hasta el cenit.
Regresan a casa en forma de colibríes
a libar las flores para recuperar energías
para su próximo viaje al lado del sol,
desde la aurora hasta el mediodía.
                                         4 junio 2013
                                               

jueves, 23 de mayo de 2013

La importancia de la Investigación de la Novela Histórica


En nuestros artículos anteriores, nos hemos referido a la importancia de realizar una verdadera investigación sobre el tema y la época en donde deseamos situar nuestro relato. De otra manera, caeremos en simulaciones o errores en cuanto a los sucesos y los hechos históricos acontecidos.
Como ejemplo de una investigación deficiente o aún carencia de ella, podemos encontrar una infinidad de novelas, todas ellas se dicen históricas y no alcanzan esa distinción. Para no resultar monótonos, pondremos unos ejemplos obtenidos en la novela de Jamake Highwater El sol de muerte, editado por Edivisión en el año de 1982
El autor ubica su novela en la época del Imperio Mexica, más exactamente, antes de la llegada de los invasores españoles. Y nos describe la llegada de Nanahuatzin, su personaje principal, a la Ciudad de México-Tenochtitlan.
Highwater nos dice al final de su página 14, por medio de su personaje: A lo largo de sus riberas y entre flores y árboles se hallan asentadas las chozas de paja de los campesinos Y más adelante continua la descripción de la ciudad: van apareciendo entre el follaje los muros de adobe de las casas de gente más rica. En contraste, los cronistas y estudiosos del tema, nos dicen cómo era la ciudad de México-Tenochtitlan en el siglo xvi, fecha aproximada del relato: Las casas de la gente baja (campesinos y artesanos) estaban hechas de adobe (…) y tenían azotea o terrado (…). Solían estar encaladas y las escasas puertas y ventanas cerradas con petate (…). Las casas eran bajas (…). Una excavación en el barrio de Atenantitlan (al noreste de la ciudad, en la ribera del lago) ha puesto de manifiesto la veracidad de estos informes[1]. En otra parte de su obra, Rojas nos describe las casas de la clase alta: tenían mayor extensión y estaban construidas con piedra y vigas (…) con el suelo elevado (…) o con altos (…). La existencia de un segundo piso parece darse sólo entre las clases pudientes (…). En el segundo piso de una vivienda solía alojarse un núcleo familiar separado (…).[2] Al final de la sección Rojas nos dice: La solidez de la construcción ‘azteca’ y la utilidad de las azoteas y fortalezas construidas en lugares claves de las calzadas fue puesta a prueba por Cortés en el asedio de la ciudad (…) el único medio eficaz de desalojar a los guerreros ‘aztecas’ de sus posiciones (significo) la destrucción total de la ciudad[3].
La falta de una investigación es notoria por la descripción realizada en los párrafos anteriores. Pero no sólo eso, también testimonia su falta de investigación, cuando habla sobre las chinampas, nos dice: Estos jardines-barcazas quedan flotando a la deriva hasta que acaban por enredarse unos con otros (…).  En primer lugar, las chinampas no quedaban a la deriva, Jaime Aguilar, en su obra: Las chinampas. Una técnica agrícola muy productiva. Editorial México 1982: nos describe cómo se construía y se trabajaba una chinampa. Para nuestro caso, sólo nos detendremos en el capítulo referente a la construcción. Me he permitido realizar un pequeño resumen, para evitar el cansancio del lector con una descripción detallada: Primero se buscaba un lugar de aguas poco profundas; a continuación con estacas largas de carrizo se delimitaba el terreno. Después se realizaban zanjas alrededor del mismo para el paso del agua. Al sitio se llegaba por medio de canoa, medio principal de transporte en la ciudad, de la misma forma como ahora usamos el automóvil. Se recogía por medio del corte, plantas que crecían en el agua, como el tule, el lirio, el chichicastle, el zacatón, etc.; el enredo de todas estas raíces entre sí, formaban una base con un grueso de 20 a 100 centímetros, las cuales flotaban en el agua. Una vez terminada la chinampa, se colocaban estacas de árboles (ahuexopasolli)[4] por los cuatro lados, con una distancia de 4 a 5 metros entre ellas. Esto evitaba que las esquinas de la chinampa se desmoronaran y la mantenían sujeta al fondo del lago.
Antes de terminar me gustaría aclarar lo siguiente; Highwater en su página 15 de su obra escribe: Al lado de los canales hay caminos angostos por donde los mercaderes, acompañados de guardas armados y de cargadores que les van siguiendo al trote, llevaban sus mercancías a los tianguis, o mercados. En primer lugar debemos de tener en cuenta, las dos clases de mercaderes existentes en el Imperio Mexica: los primeros, eran los campesinos que llevaban sus excedentes de verduras y frutas a vender al mercado de Tlatelolco y los artesanos sus productos, tanto uno como otros se desplazaban en canoa hasta el muelle que existía junto al mercado. Bernal Días del Castillo, nos narra como todas las mañanas se veían miles de canoa con productos para la venta dirigiéndose al mercado de Tlatelolco. Los otros mercaderes, eran los Pochtecas, los mercaderes del Emperador, encargados del comercio exterior del Imperio o también conocido como de larga distancia. Estos mercaderes siempre entraban por la noche y en canoa, procedentes por lo regular de Mexicaltzinco y en días preestablecidos según su Tonalamatl, el calendario de la cuenta de los días y de los destinos que regían a los Pochtecas, y por lo normal, el día de entrada caía en un día 7 serpiente, por ser de buena suerte. Siempre procuraban no ser vistos por la población. Dentro del territorio imperial no acostumbraban usar el resguardo del ejecito. Esto sólo se solicitaba cuando transitaban por territorios enemigos, extra territoriales al imperio. Los Pochtecas siempre se distinguieron por ser grandes guerreros. En caso necesario, viajaban con armadura y el armamento completo, lo mismo hacían sus cargadores. Esto nos demuestra una carencia de una investigación sobre el tema y la época.
Para terminar, no quiero dejar pasar por alto los comentarios de Carlos Fuentes sobre el arte de narrar ficción y hechos históricos, vertidos en una entrevista realizada por el periódico El Nuevo día del domingo 11 de abril de 2010, el escritor mexicano nos dice: El cine cuenta con imágenes; la novela con palabras. También narran con palabras el periodismo y la filosofía. Pero la literatura tiene un valor insustituible; es el arte que nos da la posibilidad de imaginar y de no llegar a conclusiones. Los grandes libros no llegan a conclusiones. Quedan abiertos: lo que más importa es la co-creación del lector, que la obra esté suficientemente abierta como para que cualquier lector pueda decir; yo continúo la obra. Y sobre la realidad y la literatura, entre la narrativa de ficción y la narrativa histórica nos comenta: Nada en la realidad se parece a la literatura. Una cosa es la invasión napoleónica de Rusia y otra la novela de Tolstoi, ‘La guerra y la paz’. Ahí la invasión es un tema; la novela es un escrito con apoyo histórico, pero no es la realidad. Una cosa es un hecho concreto y otra cosa es la imaginación literaria. No caigo en la trampa de confundir la realidad con la imaginación. Hay muchas realidades, la literatura refleja sólo una parte de la realidad y es diferente de ella.
Estos comentarios nos ayudan a reflexionar sobre la literatura y la historia, de cómo debemos de narrar el hecho histórico desde nuestro particular punto de vista, sin alejarnos o traicionar el hecho histórico. Es decir, que si deseamos escribir una novela que reseñe un acontecimiento histórico o la situemos en una época en particular, debemos de realizar la investigación suficiente para no caer en traspiés históricos al momento de narrar.
©Humberto Miguel Jiménez 2010-2013
Tlalnepantla. México.



[1] Cepeda, González y Ahuja 1977Rescate arqueológico en el barrio de Tepito, México D.F. Citado en Rojas José Luís de México Tenochtitlan. Economía y sociedad en el siglo xvi. Fondo de Cultura Económica. México 1992 Pág. 44
[2] Idem. Pág. 43
[3] Ibidem Pág. 43
[4] Nombre genérico de varios árboles de la familia de las Salicáceas. Son ejemplo de ello: el sauce, el álamo y el chopo

viernes, 3 de mayo de 2013

La Historia en la Literatura


El arte es una de las representaciones de la conciencia social, es una de las formas por el cual el hombre conoce la realidad. Es una forma de conocimiento y de interpretar a la realidad.
         La obra literarias es la forma más acabada de los valores, ideas y de los intereses del escritor. Por media de ella, el escritor y por lo tanto el hombre, puede reconocer cada una y todas las formas en las cuales la realidad se puede manifestar. Esta manifestación se presenta en dos formas, una objetiva, que es la realidad (el hecho histórico o parte de él) y de la cual, el escritor elige, selecciona y refleja una parte de esa realidad. La otra, es la parte subjetiva, o la forma que el escritor ha seleccionado para presentar el hecho histórico a través de la ficción, sin separarse de la realidad.
         El autor, debe de reconocer que la meta de su obra debe de ser un reflejo objetivo y verdadero de la vida o del acontecer histórico que se relata, que el contenido que habrá de imprimirle a su obra, será el factor primario y determinante de su trabajo.
         Toda obra literaria esta siempre precedida por una idea, es decir, lo que el escritor quiere o intenta expresar. En este proceso, la idea existe a través del tema, o lo que el escritor quiere comunicar. Desde luego, esta expresión de una idea, no puede ser manifestada en forma abstracta sin tener un tema, ya que este representa la parte del hecho histórico que quiere el escritor tratar y deberá manifestarse por medio de pasos lógicos y convincentes.
         El proceso de la creación se inicia con el deseo de resolver algún problema, sin importar los motivos o las razones que tiene el escritor para enfrentarlo y resolverlo. Este proceso continúo esta delimitado por el hecho histórico. Por ejemplo: el autor tiene la intensión de enfrentarse al hecho del inicio de la guerra de independencia de la Nueva España, pero solo le interesa lo referente a la toma de la Alhóndiga de Granaditas, por las fuerzas que dirigían Hidalgo y Allende; ya fuera desde el punto de vista de los insurgentes, o de los españoles que se refugiaron en el lugar, o de ambos.
         El escritor de esta manera ha definido su problema de creación. El siguiente paso para resolverlo, será proceder a recabar la información que sea necesaria para tener una idea clara de lo sucedido. Esto le permitirá constituir una figura o una imagen, con características propias pero apegadas a la realidad de lo acontecido.
         También le permitirá definir en que partes de su obra entra la parte histórica y en donde la ficción. Desde luego, el impulso creador deberá estar balanceado entre el impulso objetivo (hecho histórico) y el impulso subjetivo (la ficción), sin que ni uno ni el otro se sobreponga, sino buscando siempre el equilibro de la forma más equitativa posible. Ya que si la parte objetiva domina se volverá un texto de historia, y si es dominado por la parte subjetiva, será una obra de ficción, pero en ninguna de los dos casos, será una novela histórica.
         En el desarrollo de la creación literaria; el escritor deberá tener cuidado en respetar la época escogida, la forma histórica concreta, los hechos y sujetos que actúan en ella, sin olvidar la modalidad de las relaciones sociales y de producción, imperantes en la época seleccionada, lo que le permitirá poder estructurar su obra positivamente y resolver los problemas que surjan durante el proceso creativo, sin divorciar a los personajes reales o ficticios, de la realidad histórica en donde interactúan.
         El trabajo del escritor no consiste sólo en la búsqueda y el descubrimiento de los diversos problemas. Sino debe de reconocer sobre todo, la esencia del problema y lo que representa; su origen y el porque de su existencia. Al plantearlos el escritor en su obra, debe de tener como fin el exponerlos y presentar una resolución.
         Si el escritor logra reconocer la esencia del problema y sabe expresarlo, descubrirá al mismo tiempo, el camino a seguir para darle una solución. Porqué todo problema artístico o literario, es una contradicción, es algo dual. También este descubrimiento, le permitirá tomar partido para seleccionar la forma de abordarlo y desde cual perspectiva es la más adecuada, y abordarlo en su totalidad desde este punto de vista.
         Desde luego, los problemas no podrán ser abordados en forma abstracta o con pensamientos puros. Sino siembre en forma concreta y responsable, sin dejar de lado el instinto y la intuición. Sin olvidar que el pensamiento de cada escritor, presenta características propias. La obra resultante deberá de tener acción y dinámica propia, de esa forma obtendremos un plan general de la obra a escribir. Y dedicarnos en base a ese plan, a la creación de la estructura dramática y al desarrollo de los personajes.
         Goded dice en su obra (1): “El método quedará subordinado a las necesidades de expresión siempre nuevas y cambiantes. La creación artística parte de la realidad y no de las ideas, de la vida y no de las abstracciones”

(1)Goded, Jaime. Los problemas dramáticos del guión cinematográfico. UNAM. Dirección General de Difusión Cultural. México 1969 Textos de cine 2 Pág. 102

© Humberto Miguel Jiménez 2009-2013
Tlalnepantla. México.

viernes, 15 de marzo de 2013

Historia Verdadera de la Humanidad


Versión Completa.

Luzbel, “el portador de la luz” y comandante de la división de Arcángeles, cansado de todas las injusticias, atrocidades, inmoralidades y abusos realizados en su nombre en el avatar de la historia. Y fastidiado de las calumnias, falsedades y fraudes cometidos con su nombre.
         Decidió escribir la Historia Verdadera de la Humanidad, para ello un día tomo un lápiz y un cuaderno. La narraría desde la fecha en la cual apareció su nave intergaláctica, en los cielos de la Tierra y establecieron contacto con el primer hombre en la superficie de la misma.
         Aterrizó con una pequeña nave a la orilla de la mar y vio salir desde su cabina, a un mamífero nadando sobre las olas hasta posarse sobre la tibia arena, quién al ver la nave, corrió de inmediato hacia el interior de la tierra.
         Descendió de la nave y encontró a un hombre al pie de la escalerilla dándole sus parabienes, quien dijo llamarse Adán u Oxomoco o algo parecido. Por ello, decidió ir a la orilla de la mar a escribir su historia.
         Prefirió la orilla de la mar, por ser el símbolo de la separación de la tierra y las aguas; tanto en su planeta localizado en el centro de la galaxia, como en éste.  Además, por ser el lugar del nacimiento de la mujer. Una semana después de conocer al hombre, lo vio vagar todo triste, afligido y angustiado; se acercó a él, para tratar de consolarlo, pero el hombre simplemente se siguió de frente, después de esquivarlo.  Lo contempló alejarse y comprendió su pena, era la misma que sufrió cuando dejó a su esposa y a sus hijos, antes de partir en esta misión. Camino hasta donde las olas rompían, tomó entre sus manos la espuma de la mar y delicadamente le sopló, de la misma forma como la espuma se escapaba de sus dedos, la mujer se iba creando. Su cuerpo bien formado y su larga cabellera cubriendo sus preciosos pechos; le recordaron a su esposa. La tomó de la mano y se la fue a presentar al hombre y los dos, comenzaron a convivir en armonía y en paz a partir de ese momento. Más tarde, se enteró del nombre de la mujer, dijo llamarse Eva o Cipactonal o algo así. Y tuvieron muchos descendientes a partir de entonces.
         Muchos años después, hubo una rebelión, cuando la tropa de la otra división de Arcángeles, comenzó sus incursiones prohibidas por nuestro líder, a la superficie de la Tierra y comenzaron a cohabitar con las mujeres terrestres, en especial con las casadas; las engañaron diciéndoles: “somos ángeles enviados por los dioses”. También les dijeron: “son las escogidas para concebir en su seno a profetas sagrados, los cuales, conducirán a su pueblo al paraíso eterno. Porque su pueblo, es el escogido de los dioses”.
         Cuando nuestro líder se enteró, los reprimió y los envió a prisión para ser juzgados, por su falta de descender sin permiso a la Tierra. Pero no aceptaron su castigo y se rebelaron en contra de nuestro líder.
         Esto generó una gran guerra en donde ellos utilizaron los cañones láser y las armas nucleares. Sus objetivos de ataque, fueron aquellas ciudades terrestres que no aceptaron las condiciones impuestas por ellos, para poder establecerse en ellas, salvando sólo a sus espías e incondicionales. Estos eran avisados por un mensajero, el cual, descendía en una vieja nave que producía mucho humo e iba armado con un disparador de láser en forma de espada, momentos antes de efectuar el ataque.
         Destruyeron grandes ciudades y obras hidráulicas construidas bajo nuestra guía, maquinaría y bibliotecas conteniendo grandes aportes tecnológicos y científicos, los cuales, permitían al hombre volar por los cielos, trasladarse de un lugar a otros sin necesidad de aparato alguno y curar enfermedades mortales. Ello provocó grandes inundaciones, incendios, muerte, pueblos enteros reducidos a ceniza y la pérdida del conocimiento tecnológico y científico. Y el hombre volvió al oscurantismo, perdiendo todo conocimiento tecnológico y científico hasta entonces alcanzado. Todo quedo como un recuerdo perdido, en el tiempo-espacio de su existir. Para sus descendientes eran mitos, leyendas y tradiciones de aquella época dorada.
         La destrucción de las ciudades y la matanza de sus habitantes, no pueden seguir, me dijo nuestro líder. Ve a combatir a los rebeldes y si es necesario utiliza las armas láser. ¡Sólo si es necesario!
         Antes de iniciar los combates, se envió una embajada, solicitando una entrevista con el fin de convencerlos a deponer sus armas y su rebeldía. Pero fuimos traicionados. Habían aceptado una entrevista para el tercer día. Pero fuimos atacados por sorpresa, al amanecer del día siguiente.
         Durante los tres días siguientes, estuvimos combatiendo con desventaja; al final, fuimos derrotados. Nos desarmaron, decomisaron nuestras naves intergalácticas para impedirnos enviar a nuestro planeta, una nave con la noticia de su rebelión. También, nos confiscaron nuestros radios. Y por lo tanto, nos fue imposible comunicarnos con nuestro cuartel general y relatar lo sucedido.
         A continuación, nos despojaron de nuestros uniformes y fuimos trasladados desnudos a la tierra y ahí, nos abandonaron a nuestra suerte.
         En la conciencia de los pueblos antiguos, esta guerra es recordada como la “Guerra de los dioses”, o “Dios combate al mal”, o como “Los cuatrocientos mimixcoa o el origen de la guerra sagrada” entre otros nombres dados a estas batallas por los habitantes de la tierra.
         En su marcha hacia la mar: cruzó montañas, ríos, arroyos, pantanos y esteros. Padeció: fríos, calores, lluvias, nevadas y huracanes. También pasó por estepas, llanuras, valles, sabanas y desiertos. Nada lo detuvo. Nada lo desanimo o le hizo perder de vista su meta. Al fin, la Humanidad conocería la verdad, recordaría la historia de sus antepasados, nunca más una mentira sobre el origen del hombre y de la mujer; sobre todo de la mujer, hecha a imagen y semejanza suya.
         Viajó durante sesenta y seis días y noches, sin tomarse un momento de reposo. Comió lo que encontró a su paso o los alimentos regalados por los habitantes de los pueblos, por donde paso.
         Para escapar de los rebeldes y evitar ser cazados como animales, nos escondimos entre los pobladores que nos acogieron; nos dieron vestimenta, alimentación y un nombre propio de su cultura. En pago, nosotros aportamos nuestro conocimiento en matemáticas, astronomía, medicina y tecnología para su desarrollo y progreso. Algunos de nosotros después de muchos años, llegamos a ser gobernantes sabios y justicieros; consejeros, médicos, maestros y magos. Otros de nuestros hermanos enseñaron a escribir a los tlacuilos o escribientes para preservar su historia y el desarrollo logrado en tecnología y ciencia, para las futuras generaciones...
         Al término de su peregrinaje, llegó a la playa extenuado y jadeando. Se postró en la arena fina y tibia y tomó un respiro antes de iniciar su escritura sobre la Historia Verdadera de la Humanidad. También el Señor, tomó un descansó al séptimo día de la creación. Entonces, porqué él, no lo tomaría.
         Al día siguiente al despertar, recibió en todo su cuerpo los inclementes rayos del sol y un calor sofocante, le dio los buenos días.
          Desbarató su atado llevado consigo durante todo su andar, como la joya más preciada, tomo lápiz y papel y se dirigió a la orilla del océano; para ello, subió la duna que lo separaba de la mar, y una vez en la cumbre, se dirigió hasta donde las olas rompen, y pensó: “ahí, con los pies bañados con la espuma, con la cual formé a la mujer, escribiré la historia…” pero, para su sorpresa...

         … Dios había vaporizado la mar.

© Humberto Miguel Jiménez. 2012-2013

sábado, 19 de enero de 2013

Todo el domingo

Los domingos son para dormir y quedarse en la cama hasta que el sol rebote en el otro lado de la casa.
            Y cuando Uka María llega y abre las cortinas, deseo una gran tormenta este cayendo y no un sol brillante y un cielo despejado se me estrelle en la cara.
            Me meto el pantalón del día anterior, me pongo una blusa blanca y las zapatillas abiertas de medio tacón. Subo la bicicleta a la camioneta y durante tres horas veo pasar a mi hija por la pista del parque en compañía de sus amigas, mientras oigo a sus mamás quejarse de sus maridos sobre sus negocios. Lo que hicieron o dejaron de hacer durante la semana y en lugar de estar aquí aplastadas, deberíamos estar tomando una copa de vino con alguien rico, amable, apuesto y muy cariñoso.
            Cuando al fin regresamos a casa y logró guardar la bicicleta y Uka María corre a buscar a su nana para pedirle el desayuno. Me dirijo a mi habitación, no pienso en desvestirme, al fin no traigo nada abajo, tan sólo botare las zapatillas y a dormir el resto del día. Para eso se inventaron los domingos, incluso, el Señor descanso al séptimo día de la creación.
            Cuando cruzo por la sala con las zapatillas ya desabrochadas y casi descalza, alcanzo entresueños a ver a Héctor, sentado en la terraza tomando, tiene la botella y dos vasos llenos. Al verme, se levanta y me estira el brazo invitándome a reunirme con él. Viste un pantalón de casimir gris perfectamente planchado, camisa azul sin corbata y las mangas dobladas hasta el antebrazo.
            Me acerco a él, medio dormida. Me toma con su brazo derecho y me besa, siento el vaso frio de su bebida en el hombro mientas me arrejunta contra él, soplo aire por el apretón.
            Me cuelgo de su cuello. Una calidez agradable me recorre todo el cuerpo. Comienzo a temblar como una hoja arrullada por el viento en una calurosa tarde de verano. Un sopor me invade todo mi entendimiento. Tiemblo como quinceañera en su primera cita. Me desabrocha los dos primeros botones de la blusa y deja a la vista, una buena parte de mis senos, que tanto le gustan. Reciben por primera vez en el día, la luz del sol. Eso me obliga a ir tres veces al gimnasio, para mantener el busto firme, mis posaderas arriba y la línea circular del estomago lo más recta posible.
            Su mano cálida y delicada me recorre mi espalda lentamente, desesperadamente lenta; siento su calor únicamente separado por la tela de la blusa. Cuando su mano llega a la cintura, comienzo a respirar de forma agitada y el corazón a latir como caballo desbocado. Su mano derecha recorre mi trasero suave y delicadamente, una, dos, tres veces; mientras su mano izquierda me toma por la cintura y me arrejunta contra él, y luego me levanta, apenas puedo respirar y siento como desde mis entrañas, soy trasporta hasta los cielos. Él, al enderezarse para abrazarme, me levanta haciendo volar las zapatillas, como pelota de beisbol. Logro colocar mis pies sobre su empeine y siento con mis dedos sus agujetas, perfectamente atadas. Lo abrazo con todas mis fuerzas por el cuello, mientas le digo al oído: “Sin ti, mi vida ya no es vida”. Contigo mí amor, hasta la perdición. No veo ya nada, empiezo a viajar en un espacio llenó de luces brillantes y multicolores.
            En ese momento llega Uka María diciendo:
            —Dice Anne Marie: “ya esta el desayuno, que se vengan, se va a enfriar”.
            Y volviendo a la realidad nos encaminamos al desayunador, cada uno con un vaso en la mano, lleno de jugo de naranja.
            — ¿Cómo vas en el colegio? –Le preguntó Héctor a Uka María.
            — ¡Bien! –Fue la respuesta–. ¿Verdad mamá? –Yo sólo afirmé con la cabeza y de seguro mi cara reflejaba la gran desilusión, la sentía hasta lo más hondo de mi ser. Héctor me había tomado por la cintura y sentía sus dedos cálidos bajo la blusa, por arriba del cinturón del pantalón, y yo, había recargado la cabeza sobre su hombro –. Saque diez en historia, ocho en matemáticas, nueve en literatura y un primer lugar en Artes.
            — ¿Con cuál fotografía sacaste primer lugar? –Pregunto Héctor con gran satisfacción y entusiasmo.
            — ¿Te acuerdas? Me ayudaste a tomarla. La de las escaleras mojadas de la fuente, porqué habían apagado la bomba y las aguas sobrantes se escurrían por ellas. Y los rayos oblicuos del sol de invierno, se reflejaban sobre ellas, produciendo una gamma desde los negros hasta los blancos, me dijiste; pasando por los grises y los plateados. Te acurdas, me indicaste desde cual ángulo debía de tomarla para captar todos esos tonos y como realizar la toma. Pon tu cámara en manual, me indicaste, toma la medición de la luz de los grises medios y compensa los grises oscuros con poca textura, cerrando tú diafragma dos pasos o incrementa la velocidad dos veces. Y así lo hice.
            —Sí. Ya recuerdo. ¿Y qué hiciste después?
            —Revele el rollo a la temperatura de siempre, le di más tiempo de revelado y lo agitaba tres veces cada minuto. Cuando la amplié la fotografía a cuarenta por cincuenta centímetros, busque el gris más oscuro, antes del negro absoluto en la tira de pruebas, y luego, lo compare con el negativo. –Héctor afirmo con la cabeza–. Y le di la exposición marcada. Y la copia resultante la revele normal, lavándola hasta eliminar totalmente los residuos del fijador. La seque y la monte.
            — ¿Y en dónde esta ahora? –Pregunto Héctor con gran animación.
            —Esta en exhibición en la escuela. En la galería del taller de artes. Y hoy es el último día. Y mañana termina la exposición y las devuelven.
            — ¿Y podemos ir a verla?
            — ¡Claro!
            —Entonces. Desayunemos y vámonos a ver ese primer lugar. ¿Qué te parece?
            —Sí. –Gritó Uka María y pasamos al desayunador. ¿Quién dijo que los domingos son para descansar? Había quedado en completo abandono por una fotografía ganadora del primer lugar, entre trecientas fotografías participantes. Lo único alentador era, la foto pertenecía a mi hija y la esperanza, de que Héctor, como el león, se quedara a dormir esta noche en casa y dormir a “pierna suelta” el resto del domingo.

© 2012 Humberto Miguel Jiménez