Versión Completa.
Luzbel, “el portador de la luz” y comandante de la división
de Arcángeles, cansado de todas las injusticias, atrocidades, inmoralidades y
abusos realizados en su nombre en el avatar de la historia. Y fastidiado de las
calumnias, falsedades y fraudes cometidos con su nombre.
Decidió escribir la Historia Verdadera de la Humanidad, para ello un día tomo un lápiz
y un cuaderno. La narraría desde la fecha en la cual apareció su nave
intergaláctica, en los cielos de la Tierra y establecieron contacto con el
primer hombre en la superficie de la misma.
Aterrizó con
una pequeña nave a la orilla de la mar y vio salir desde su cabina, a un
mamífero nadando sobre las olas hasta posarse sobre la tibia arena, quién al
ver la nave, corrió de inmediato hacia el interior de la tierra.
Descendió de
la nave y encontró a un hombre al pie de la escalerilla dándole sus parabienes,
quien dijo llamarse Adán u Oxomoco o algo parecido. Por ello, decidió ir a la
orilla de la mar a escribir su historia.
Prefirió la
orilla de la mar, por ser el símbolo de la separación de la tierra y las aguas;
tanto en su planeta localizado en el centro de la galaxia, como en éste. Además, por ser el lugar del nacimiento de la
mujer. Una semana después de conocer al hombre, lo vio vagar todo triste,
afligido y angustiado; se acercó a él, para tratar de consolarlo, pero el
hombre simplemente se siguió de frente, después de esquivarlo. Lo contempló alejarse y comprendió su pena,
era la misma que sufrió cuando dejó a su esposa y a sus hijos, antes de partir
en esta misión. Camino hasta donde las olas rompían, tomó entre sus manos la
espuma de la mar y delicadamente le sopló, de la misma forma como la espuma se
escapaba de sus dedos, la mujer se iba creando. Su cuerpo bien formado y su
larga cabellera cubriendo sus preciosos pechos; le recordaron a su esposa. La
tomó de la mano y se la fue a presentar al hombre y los dos, comenzaron a
convivir en armonía y en paz a partir de ese momento. Más tarde, se enteró del
nombre de la mujer, dijo llamarse Eva o Cipactonal o algo así. Y tuvieron muchos
descendientes a partir de entonces.
Muchos años
después, hubo una rebelión, cuando la tropa de la otra división de Arcángeles,
comenzó sus incursiones prohibidas por nuestro líder, a la superficie de la
Tierra y comenzaron a cohabitar con las mujeres terrestres, en especial con las
casadas; las engañaron diciéndoles: “somos
ángeles enviados por los dioses”. También les dijeron: “son las escogidas para concebir en su seno a profetas sagrados, los cuales,
conducirán a su pueblo al paraíso eterno. Porque su pueblo, es el escogido de
los dioses”.
Cuando nuestro
líder se enteró, los reprimió y los envió a prisión para ser juzgados, por su
falta de descender sin permiso a la Tierra. Pero no aceptaron su castigo y se
rebelaron en contra de nuestro líder.
Esto generó una
gran guerra en donde ellos utilizaron los cañones láser y las armas nucleares.
Sus objetivos de ataque, fueron aquellas ciudades terrestres que no aceptaron
las condiciones impuestas por ellos, para poder establecerse en ellas, salvando
sólo a sus espías e incondicionales. Estos eran avisados por un mensajero, el
cual, descendía en una vieja nave que producía mucho humo e iba armado con un
disparador de láser en forma de espada, momentos antes de efectuar el ataque.
Destruyeron
grandes ciudades y obras hidráulicas construidas bajo nuestra guía, maquinaría
y bibliotecas conteniendo grandes aportes tecnológicos y científicos, los
cuales, permitían al hombre volar por los cielos, trasladarse de un lugar a
otros sin necesidad de aparato alguno y curar enfermedades mortales. Ello provocó
grandes inundaciones, incendios, muerte, pueblos enteros reducidos a ceniza y
la pérdida del conocimiento tecnológico y científico. Y el hombre volvió al
oscurantismo, perdiendo todo conocimiento tecnológico y científico hasta
entonces alcanzado. Todo quedo como un recuerdo perdido, en el tiempo-espacio
de su existir. Para sus descendientes eran mitos, leyendas y tradiciones de
aquella época dorada.
La destrucción
de las ciudades y la matanza de sus habitantes, no pueden seguir, me dijo
nuestro líder. Ve a combatir a los rebeldes y si es necesario utiliza las armas
láser. ¡Sólo si es necesario!
Antes de
iniciar los combates, se envió una embajada, solicitando una entrevista con el
fin de convencerlos a deponer sus armas y su rebeldía. Pero fuimos traicionados.
Habían aceptado una entrevista para el tercer día. Pero fuimos atacados por
sorpresa, al amanecer del día siguiente.
Durante los tres
días siguientes, estuvimos combatiendo con desventaja; al final, fuimos
derrotados. Nos desarmaron, decomisaron nuestras naves intergalácticas para
impedirnos enviar a nuestro planeta, una nave con la noticia de su rebelión. También, nos confiscaron nuestros radios. Y por lo tanto,
nos fue imposible comunicarnos con nuestro cuartel general y relatar lo
sucedido.
A continuación,
nos despojaron de nuestros uniformes y fuimos trasladados desnudos a la tierra
y ahí, nos abandonaron a nuestra suerte.
En la
conciencia de los pueblos antiguos, esta guerra es recordada como la “Guerra de
los dioses”, o “Dios combate al mal”, o como “Los cuatrocientos mimixcoa o el
origen de la guerra sagrada” entre otros nombres dados a estas batallas por los
habitantes de la tierra.
En su marcha
hacia la mar: cruzó montañas, ríos, arroyos, pantanos y esteros. Padeció:
fríos, calores, lluvias, nevadas y huracanes. También pasó por estepas,
llanuras, valles, sabanas y desiertos. Nada lo detuvo. Nada lo desanimo o le
hizo perder de vista su meta. Al fin, la Humanidad conocería la verdad, recordaría
la historia de sus antepasados, nunca más una mentira sobre el origen del
hombre y de la mujer; sobre todo de la mujer, hecha a imagen y semejanza suya.
Viajó durante
sesenta y seis días y noches, sin tomarse un momento de reposo. Comió lo que
encontró a su paso o los alimentos regalados por los habitantes de los pueblos,
por donde paso.
Para escapar
de los rebeldes y evitar ser cazados como animales, nos escondimos entre los
pobladores que nos acogieron; nos dieron vestimenta, alimentación y un nombre
propio de su cultura. En pago, nosotros aportamos nuestro conocimiento en
matemáticas, astronomía, medicina y tecnología para su desarrollo y progreso. Algunos
de nosotros después de muchos años, llegamos a ser gobernantes sabios y
justicieros; consejeros, médicos, maestros y magos. Otros de nuestros hermanos enseñaron
a escribir a los tlacuilos o escribientes para preservar su historia y el
desarrollo logrado en tecnología y ciencia, para las futuras generaciones...
Al término de
su peregrinaje, llegó a la playa extenuado y jadeando. Se postró en la arena
fina y tibia y tomó un respiro antes de iniciar su escritura sobre la Historia
Verdadera de la Humanidad. También el Señor, tomó un descansó al séptimo día de
la creación. Entonces, porqué él, no lo tomaría.
Al día
siguiente al despertar, recibió en todo su cuerpo los inclementes rayos del sol
y un calor sofocante, le dio los buenos días.
Desbarató su atado llevado consigo durante
todo su andar, como la joya más preciada, tomo lápiz y papel y se dirigió a la
orilla del océano; para ello, subió la duna que lo separaba de la mar, y una
vez en la cumbre, se dirigió hasta donde las olas rompen, y pensó: “ahí, con los pies bañados con la espuma, con
la cual formé a la mujer, escribiré la historia…” pero, para su sorpresa...
… Dios había
vaporizado la mar.
© Humberto
Miguel Jiménez. 2012-2013
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